Antes tenía miedo. Maté uno y despisté otros miedos varias veces. Tenía miedo a quedarme en blanco en mi primer ejercicio de escritura en un taller donde aprendí a escribir.

Aquella tarde, me vi con una hoja en blanco y nada que decir delante de una profesora y otros alumnos. La imagen me saboteó conduciendo mi coche. Me puse tan nervioso que mi cabeza no podía parar. Entré en pánico. Todo pasó en mi cabeza, faltaban días para que empezara el curso. Recuerdo pensar: «no puedo ir, voy a llamar a la profesora para decirle que no me voy a apuntar a las clases». Todavía no sé muy bien cómo pero tuve la suerte de que me di cuenta de algo importante. Otra vez era víctima del miedo y me resistí a dejarme vencer por él. Me apunté a las clases de escritura y descubrí un mundo nuevo. Fue la única vez que atravesé un miedo por el medio. Vencido el miedo pude escribir cinco libros.

Después sufrí de estrés porque no podía atender a todas las personas que llegaban a la asociación Esperanza Bipolar. Cada vez éramos más y yo me encargaba de todo. Tenía miedo de dejar en manos de otros la responsabilidad de hacer lo que yo llevaba años haciendo. Me parecía tan importante que quería cuidarlo con mis propias manos. Ahora me ayudan otros y me ocupo de mantener la manera de hacer. También tenía el convencimiento de que podía evitar que los demás sufrieran. Me sobrecargaba tanto intelectualmente que me tenía que dosificar. Estuve a punto de sufrir los síntomas del trastorno bipolar de nuevo. Con la pérdida del control de la atención entraba en riesgo. La cabeza entraba en automático y sin freno. Pensando aprendí a dejar de pensar tanto y a hacer las cosas de otra manera. Nunca más volví a sentir estrés. Ahora hago todo lo que quiero sin pensar en si puedo o no puedo hacerlo porque ya no me estreso. Y además no siento miedo por mí ni por los demás. Tengo mucha confianza en lo que hago y en cómo lo hago. Dejé de controlar continuamente lo que ocurre fuera de mí. Sólo activo un tipo de control y lo hago con mucho cuidado en situaciones de emergencia. Todo lo que he aprendido me permite hacerlo sin mayores problemas.

«El miedo siempre está delante de lo que quieres. No hay mayor obstáculo. Si lo vences y has agarrado lo que quieres, ejercerás el control para mantenerlo. Ése el problema número dos. Si no aprendes a soltar el control sufrirás mucho estrés. Afloja y abre la mano. Afloja y abre tu cabeza. Depende del tiempo que lleves con la dinámica de control. La química del control es pura droga y dejarla cuesta