Una buena amiga que voy a conocer muy pronto me ha inspirado el comentario de hoy. Todavía no lo sabe, ahora sí.

No es la primera vez que alguien compara el trastorno bipolar con la diabetes, ni seguramente será la última. Comprendo que sirva a algunos como ejemplo, aunque como dice el dicho «las comparaciones son odiosas». Especialmente las comparaciones equivocadas o que pueden llevar a equivocaciones. Comparar una enfermedad mental con una enfermedad con un origen biológico conocido y visible  es como comparar un coche con un avión. Viajando en los dos puedes sufrir una desgracia, pero las diferencias son tan importantes como las similitudes.

LLevo casi cinco años viendo la evolución de algunas de las personas de la asociación a las que me dedico, dentro y fuera de ella, y si fuesen diabéticos no podría escribir lo que voy a escribir a continuación. Algunos están empezando a descubrir una nueva vida, con la que quizá antes nunca habían soñado. Tienen menos limitaciones que antes, se sienten mejor, empiezan a disfrutar de la vida y ven el futuro de un color muy diferente a como lo veían la primera vez que cruzaron la puerta de la sala del centro cívico de Deusto.
Si fuesen diabéticos, seguirían teniendo las mismas limitaciones. Nada de pasteles con azúcar, por ejemplo. Sus expectativas de futuro no creo que hubieran cambiado mucho, tampoco. Puede que te parezca algo normal, y si hubieras leido algo sobre nuestro cerebro, te extrañaría menos todavía.Yo he leído bastante, y, sin embargo, me extraña que con tan poco se pueda lograr tanto. Si una enfermedad mental considerada como muy grave, puede dejar de sentirse como tal, quizás no sea tan grave como aparenta ser. Entiendo que un profesional de la salud centrado en la enfermedad, no esté de acuerdo con esta afirmación. Yo acepto muchas afirmaciones que leo aunque no las comparta. Lo que me cuesta tragar más es la desinformación.

El trastorno bipolar, enfermedad mental grave con los recursos que se emplean y que pocos cuestionan. El sufrimiento ya tiene nombre y tratamiento. Con los profesionales de la salud que tenemos y las deficiencias del sistema sanitario tan mejorables. Una vez alguien me dijo que la salud mental es un tema en el que nadie quiere meter mano. En aquel momento me sorprendió, quizás ahora ya no me sorprenda tanto. Yo no he decidido meter mano, he metido el cuerpo entero con la mejor de las intenciones. Y si no lo veo, no lo creo :))