Hay quien piensa que la enfermedad es como un castillo. Con los límites bien definidos, sólida y altas murallas. Y no es así. Quienes lo afirman, trabajan como si supieran lo que hacen. Muchos no tienen ni idea. Y propagan su idea, contagiosa como un virus. Algún día explicaré a qué se parece más el trastorno bipolar.

Una persona a quien quiero está en el hospital. Dejó de venir a la asociación hace meses. Le conozco bien y sé que tiene problemas muy importantes en su vida. Mucho más importantes que la propia enfermedad que algunos llaman etiqueta. Hay familiares que hablan sin saber qué es la enfermedad. No lo saben los propios psiquiatras, como para saberlo ellos. Yo he escrito una pequeña parte de lo que sé en un libro de doscientas páginas. Lo importante que se dedican a enseñar desde la psiquiatría oficial se resume en media página.
Me siento impotente. Algún día, yo también tendré que re-jubilarme. Aunque me considero una persona fuerte, el dolor también es contagioso. Afortunadamente, el físico no. Así que puedes venir a la asociación Esperanza Bipolar de Bilbao para contagiarte con lo demás mientras dure. Que espero sea mucho tiempo. Por lo menos, lo que dure mi ilusión.