Aunque comprimir mi experiencia con el trastorno bipolar no es sencillo, voy a hacerlo en este comentario en el que te contaré lo que considero más importante de mis últimos años. Después de deprimirme cuatro veces en mi vida, siento que todo lo que vivo ahora es maravilloso. El sufrimiento que no tuvo nada que ver con la enfermedad mental también fue muy intenso y tiene mucho que ver con lo feliz que me siento ahora. Aunque no suelo compararme con los demás, me siento un privilegiado porque disfruto mucho y tengo cada vez más posibilidades ante mí. Antes era todo lo contrario. Cada vez me veía con menos opciones y con más limitaciones. 
Para recordar todas las depresiones que he pasado, he tenido que hacer memoria más de una vez. Hace poco tiempo, en una servilleta acabé por recordar escribiendo en qué año las sufrí y qué momento estaba viviendo. También hice lo mismo con mis dos ingresos psiquiátricos. El primero tuvo lugar en Oxford mientras estaba estudiando un máster que terminó en un brote psicótico. El segundo fue un ingreso forzado que nunca debió ocurrir y con el tiempo me ha hecho comprender las debilidades del sistema actual que trata la salud mental. Con la perspectiva del tiempo, pienso que se trató de un episodio de hipomanía con tintes psicóticos. Los médicos nunca lo especificaron de esta manera pero yo me sentía y pensaba de una manera muy diferente. Mi único episodio maníaco me pilló por sorpresa como a todo el mundo. Tenía treinta y seis años y nunca antes me había sentido así. Por suerte, encontré un médico y un equipo que me cambió la vida. Tres años después, la explosión que arrasó a nuestra familia interrumpió mi proceso de recuperación de una forma dramática. Empezaba a sentirme yo mismo después de muchos años de sufrimiento y la vida me volvió a golpear más fuerte que nunca. Han tenido que pasar diez años para recuperar poco a poco mi vida de nuevo. Lo que me sorprende es que sólo el dolor físico me duela hoy de todo aquello. Hoy vuelvo a ser la persona que fui antes del accidente y antes del trastorno bipolar. 
De mis últimos diez años se pueden extraer muchas lecciones. La escritura me salvó la vida a la edad de treinta y siete años. Con cuarenta me volvió a rescatar una vez más. Hoy ya no necesito escribir. Mi vida ya no necesita de la escritura. Si lo hago es para los demás. Tampoco necesito ayudar a los demás. Si lo hago es por los demás. No hay grandes necesidades en mi vida porque tengo lo más importante: la salud. Todos necesitamos muchas cosas para vivir. Sólo me gustaría que te quedaras con lo siguiente. Encuentra aquello que necesitas de verdad porque puede que sólo eso te permita dejar de sufrir. Con suerte, incluso puede que llegues a recuperarte y no vuelvas a sufrir los síntomas del trastorno bipolar. Parece no ser fácil, pero no dudes de que es posible. Si yo no lo tuviera presente todos los días, quizás nunca hubiera llegado a este punto tan dulce. Ni hubiera logrado nada de lo que he conseguido durante los últimos años. Poco a poco y sin grandes esfuerzos. El esfuerzo justo para sentirme cada día un poco mejor. Este año está siendo muy especial. Intenso, pero con el placer y el disfrute de las muchas cosas que me ofrece la vida.