Aunque el tratamiento farmacológico ayuda a prevenir los síntomas y los alivia cuando éstos aparecen, no siempre es suficiente. Conozco y he conocido tantas personas a quienes la asociación Esperanza Bipolar ha cambiado la vida, que hoy voy a escribir pensando en ellos. Todos ellos contaban con la ayuda farmacológica y, sin embargo, la mayoría se sentían muy mal cuando aparecieron por primera vez en el centro cívico de Deusto. Algunos, después de salir de un ingreso hospitalario, otros muchos, después de llevar muchos años padeciendo la enfermedad.

Tengo la impresión de que muchos psiquiatras se curan en salud con sus pacientes. Me refiero a que tratan de evitar los mayores riesgos asociados al trastorno bipolar siendo éste su principal trabajo. Comprendo su actitud porque sé que el remedio puede no ser peor que la enfermedad, dando la vuelta al conocido refrán. El remedio, palabra latina para nombrar a los psicofármacos, permite a muchos llevar una vida alejada de los síntomas y del sufrimiento emocional que conlleva la enfermedad. Mi experiencia personal me obliga a pensar que pueden no ser lo más importante, ni imprescindibles en todos los casos. Supongo que la ciencia ha determinado la cronicidad de la enfermedad porque la estadística confirma lo que la tecnologia todavía no puede confirmar. Conozco personas que por haber abandonado el tratamiento recayeron. Otras acabaron en el hospital.

He dedicado a aprender en los últimos cinco años todo lo que puede llegar a aprender una persona con los recursos a mi alcance, y la experiencia vivida en primera persona de la enfermedad. El conocimiento es accesible con las nuevas tecnologías y las publicaciones de expertos. Precisamente, puedo cambiar la vida de los demás a mejor gracias a todo lo aprendido. Agradezco especialmente a los expertos en neurociencias su trabajo. LLevo el laboratorio encima las veinticuatro horas del día y sigo aprendiendo. Aunque cada vez menos, siempre hay cosas por aprender. He puesto toda mi inteligencia al servicio de una buena causa. Todo lo que he aprendido me ha ayudado mucho personalmente, y me siento muy afortunado por haber encontrado la salud. Mi especialidad no son los fármacos, sino todo lo demás. En este blog puedes encontrar parte de lo aprendido, que espero te sea útil de alguna manera.

¿Y qué es lo que no es el tratamiento? Lo que hagas con tu vida.