Los sentimientos son lo más importante. Ayer descubrí con don José cómo la rabia nos afectó en los peores momentos. Con un psiquiatra, con un padre, y con el mundo a lo grande.

Don José ha desenredado una gran parte de su madeja , y yo encantado de seguir tirando de su hilo. Es la persona más especial que he conocido en mi vida. ESPECIAL en mayúsculas. Él conoce bien el valor de un buen amigo y yo soy rico a su lado. Al hablar de la rabia yo tiré de mi propio hilo y esto es lo que encontré.

Cuajé una rabia con nata amarga recordando a mi primer psiquiatra al escribir mi primer libro. Aquel hombre de pequeña estatura y diminuta inteligencia me hizo mucho daño. Para compensar, salpiqué el libro «donde el mayor tonto era yo» de bastante sentido del humor. Con el libro en un cajón, escribí mi segundo libro que era mi primera gran ilusión. Al hacerlo, una segunda rabia empezó a ascender a la superficie con el nombre de mi padre: mala suerte. Lo bueno de escribir es que tomas consciencia, pero mejor todavía es que recordar duele y el daño de recordar puede curar. Parí las dos criaturas de trescientas páginas sin darme cuenta de un dolor digno de una epidural. El sentimiento de rabia, como cualquier otro, crece primero bajo tierra y no se ve. Cuando sale es como las setas, y la seta más venenosa que existe es la rabia. Yo me la tragé y el veneno entró en mi cuerpo. Por rabia se cometen las mayores atrocidades del mundo. Fuera o dentro, causa estragos.

Si no se vomita fuera, el veneno se queda dentro. Lo que era presión desaparece con la expresión. Aunque parezca mentira, me liberé de la psicosis liberándome de la rabia que llevaba dentro. La rabia también contribuye a la manía. Don José, muchos maníacos se visten de justicieros para liberar todo tipo de rabias. Saber lo que se cuece dentro de uno no es fácil. Lo peor siempre sucede cuando se acumula el daño dentro.

«Ahora me siento limpio. La última limpieza se la debo al amor que me acompaña. Nunca uno consigue nada solo. Lo que sucede en las películas es ficción. Desde que descubrí que sólo soy una pieza más del puzzle vivo mucho más tranquilo. Desde que descubrí que no soy Un Dios todavía más. Simplemente, mi vida es mejor completando tu puzzle para que te veas mejor»