Cuando sufría me sentía solo. Quizás fuese el motivo principal o sólo uno de tantos. Lo bueno es que nunca más me ha vuelto a ocurrir. Era introvertido y no me resultaba fácil relacionarme con cualquiera. Esperanza Bipolar me enseñó a hacerlo.

Por mi manera de ser, hay cosas que nunca podría hacer. No me considero una persona promedio, por no utilizar la palabra normal. Me parece que pertenezco al pequeño porcentaje del dos por ciento. Como sé que soy así, no intento integrarme donde sé que no podré hacerlo. Como me va muy bien, ni me lo planteo. Ya me rompí demasiado la cabeza como para cometer los mismos errores. En cuanto empecé a dedicarme a Esperanza Bipolar encontré un lugar donde me siento acompañado de una manera especial. En una empresa, sentía que las personas eran como hormigas iban y venían. El problema es que yo no era una hormiga.

«Puede que te sientas solo o sola en el trabajo, en el amor, en la familia o en la sociedad. Es muy difícil saber dónde está el problema, pero la mayoría de las veces es compartido. O no tienes lo que necesitas, o te falta aprender algo para sentir que sí lo tienes. Si cortas por lo sano, con el tiempo descubrirás si el problema eran los otros, o el problema eras tú. Difícil y duro. Lo único que necesitas es no tener miedo.»