El otro día una persona diagnosticada con trastorno bipolar decía en un guasap que la enfermedad no iba a cambiar. Ojalá se equivoque. La enfermedad puede cambiar o no. Puede cambiar a mejor o a peor. Y puede hacerlo porque el cerebro puede cambiar a través del aprendizaje y la experiencia. Justamente mi aprendizaje y mi experiencia es lo que comparto en este blog contigo. La enfermedad puede cambiar porque el cerebro puede cambiar.
Aunque no me gustaría utilizar este blog para hablar de ciencia con frecuencia, no puedo evitar hacerlo. Ya que los profesionales de la salud no lo hacen a menudo, lo haré yo de vez en cuando. El trastorno bipolar puede llegar a ser una enfermedad grave y crónicamente grave. Por este simple motivo, nunca relativizo la posible gravedad de la enfermedad. Como eso ya lo sabemos casi todos, me gusta ir más al grano. Aquí tienes mucho más de lo que se puede encontrar en una web que hable de síntomas. Si tiene algún valor no lo decido yo, lo decides tú. A mi me sirve tener en cuenta todavía muchos de los comentarios aquí escritos. Algunos estoy seguro de que son determinantes para seguir sintiéndome bien y disfrutando de la vida. 
Si la enfermedad no cambiara no hubiera podido ser testigo del cambio de muchas personas en la asociación de Bilbao. Ni yo podría sentirme como me siento hoy en día y desde hace cinco años. Y no hablo de pequeñas mejorías, sino de cambios radicales. Tan radicales, que algunos ya no necesitan aparecer por las reuniones de Esperanza Bipolar. Si la enfermedad no pudiera cambiar, ellos no podrían sentirse como se sienten ni hacer la vida que hacen. La enfermedad no es algo ajeno a tu vida. Cambia y se transforma con ella. Hay tantas cosas que se desconocen como otras cosas que se dan por sentado sin conocerse de verdad. Evidentemente el trastorno bipolar tiene una base biológica y no es una invención del los psiquiatras. De ahí a que la consideren como la diabetes sin tener mucho en común con ella me parece un ejercicio de imaginación que sólo puede servir para que los pacientes se la tomen en serio. Algo que, por cierto, no me parece nada mal.