El otro día me dice una persona a la que he visto dos veces en los últimos treinta años:

– ¡Cómo te lo montas!

Es curioso ver cómo las personas nos montamos una película de dos horas escuchando una sola frase. A las cuatro de la mañana, cuando estoy leyendo una novela para despistar el dolor, me lo monto bien dentro de las opciones que tengo. Y a las dos y media de la madrugada, cuando me tomo una pastilla para dormir, me lo monto genial. Con dolor crónico necesito todavía alguna droga. El problema es que, después de tomarla, me despierto de peor humor. Son los únicos momentos del día que cambiaría si pudiera.

Ahora voy a lo importante. Me lo monto muy bien. Entre todas las opciones que tengo, siempre me quedo con la mejor. Me ha costado perfeccionar el método mucho tiempo y me va de maravilla. Si un libro se escribiera en un mes empezaría hoy mismo uno con un título sugerente: «Cómo aprendí a montármelo para ser feliz siendo bipolar».  Si llego a los diez mil de mi primer libro, igual me lo planteo. Aunque antes habré escrito otros seis.