Mis primeras depresiones tuvieron mucho que ver con el estrés y el miedo. Después del accidente, pasé una depresión muy distinta. A punto de terminar un máster caí en una depresión de seis meses.

También sufrí la depresión después de ingresar en el psiquiátrico. Años después me libré de otra depresión gracias a que llame por teléfono a un amigo cuando un pensamiento en bucle demasiado familiar apareció en mi cabeza. Hay muchos motivos diferentes que pueden llevar a una persona a la depresión. Uno muy habitual es un suceso inesperado y que hace mucho daño. Una ruptura con tu pareja, la muerte de un ser querido o la pérdida de un trabajo. La desilusión por vivir puede ser también suficiente para deprimirse porque el cerebro se bloquea si no es capaz de ver un futuro. Además del estrés intenso mantenido en el tiempo debido a cualquier situación que no puedes sobrellevar y que acaba con una depresión.

«Para poder conocer el posible origen de una depresión hace falta recordar. No se puede lograr si recuerdas una sola vez o pocas veces. Yo recordé mi pasado durante mucho tiempo y muchas veces. Pensar en lo que me ocurrió me ayudó a reconocer lo que me hacía vulnerable. Si identificas tu vulnerabilidad puedes hacer dos cosas: aprender para que desaparezca tu vulnerabilidad o evitar aquello a lo que eres vulnerable.»