Somos como olas. De cuando en cuando rompemos. El otro día quedé a tomar algo con un amigo de la asociación y vomitó todos sus problemas en menos de cinco minutos. Se quedó tranquilo como un niño. Al menos, de momento.

Cuando tenemos problemas, acumulamos presión hasta explotar. Con trastorno bipolar, las explosiones suelen ser como suenan: explosiones. Yo no puedo decir que ya no pase por alguna de vez en cuando. Lo que sí puedo decir es que cuando exploto intento no hacer daño a mi alrededor. Y lo consigo. He tenido la suerte de no haber sido nunca agresivo con las palabras, y eso es mucho. Ahora, además he aprendido a no acumular demasiada mierda antes de esparcirla a mi alrededor.
Como todo lo difícil, lleva su tiempo. Como tengo muy claro lo que quiero y a dónde quiero llegar, al final lo logro. Cada vez me queda menos por pulir, y cuando miro a mi alrededor me doy cuenta de que soy una persona más estable que muchas otras que conozco. Con o sin trastorno bipolar.