Como ya he hablado de muchas cosas diferentes en este blog sobre el trastorno bipolar, ahora voy a aprovechar problemas comunes que escucho a personas en la asociación y en las redes sociales. Yo sufrí la mayoría de los problemas que todavía muchos sufren, y te voy a contar cómo ha sido mi experiencia. Aunque estoy seguro de que puede ser de ayuda en tu vida, tú lo comprobarás con tu propia experiencia.

La mayoría de los problemas que dificultan la vida de muchos, tienen que ver con su propia naturaleza. Sin embargo, aunque la biología muchas veces impone, es mucho más maleable de lo que algunos piensan. Yo no soy como era hace quince años. De hecho, he cambiado en casi todo. Lo curioso es que tampoco soy como era hace tres años, y hace ya cuatro que no sufro la enfermedad. A pesar de que los cambios cada vez son menos llamativos, hay pequeños cambios en mi que me siguen permitiendo muchos avances. Por ejemplo, cuando creo que no puedo disfrutar más de la vida, aparecen nuevos trucos que me ayudan a sacarle más chispa. De todos los cambios hoy voy a hablar de uno de los más importantes y que me hizo sufrir especialmente: ya no me cuesta centrarme.

El proceso para haber llegado hasta aquí ha sido muy natural y nada forzado. Si te dijera que me ha supuesto mucho esfuerzo, te mentiría. Me he dejado llevar por la curiosidad, el interés y el disfrute. A decir verdad, ha sido una verdadera suerte que haya encontrado los tres en la misma enfermedad que tanto me hizo sufrir: el trastorno bipolar. Encontrar una pasión no tiene una fórmula mágica. La ventaja de dar con ella es que nunca más tendrás problemas para centrarte. Ella te lleva de la mano de un lado a otro sin cruzar ninguna palabra contigo. Igual que una persona saca a su perro a pasear. Además, cualquier pasión cuenta con la ventaja importante de dar un sabor especial a tu vida.

Abogado o voluntario, sin pasión o con pasión, pueden tener casi el mismo valor para la sociedad. La principal diferencia está en el nivel de satisfacción y disfrute del apasionado. Las personas que necesitan pasión en sus vidas, normalmente viven la vida con sueños alcanzables o no tan alcanzables. Van a por ellos. Se frustran o no. Fracasan y triunfan. Disfrutan y padecen. En el otro extremo, si no has encontrado tu pasión, y estás diagnosticado con trastorno bipolar, es muy posible que te pases la vida, con suerte, bostezando. En el peor de los casos, de depresión en depresión. No creo que te cuente nada nuevo porque yo sufrí esta vida y los síntomas del trastorno bipolar durante diez años. Sigo conociendo personas que  no pueden vivir sin chispa. Su cuerpo no responde, como no respondía el mío.

En este comentario, hay mucha tela que cortar. Deja tu comentario, y la seguimos cortando juntos 🙂