Hace veinte años no tenía muchas ilusiones y tenía una vida muy apagada. Ahora tengo tantas que siento que me van a faltar vidas para cumplirlas todas. De momento, he visto seis grandes ilusiones cumplidas que tienen que ver con Esperanza Bipolar, y otras que tienen que ver con mi familia. No todas mis ilusiones tienen forma de libro o están hechas de palabras, muchas tienen sonrisa y vida. Las ilusiones son como las estrellas fugaces. Prestar atención es lo único que te puede ayudar a encontrarlas. Mirar todos los días del año y esperar es lo único que puede aumentar tus posibilidades de dar con una. Y no desesperar es la única manera de acabar viendo alguna. Se puede vivir sin ilusiones y ser muy feliz, también. Para mí las ilusiones son como un buen postre. Me gusta comer bien, pero sin postre es como que me falta algo.

Desilusión y depresión riman, y no es por casualidad. Cuando sentía que mi vida de antes no iba a cambiar, y que iba de mal en peor, acababa deprimido. Se me juntaban el miedo, el no ser capaz de ver un futuro, y la ausencia de placer. Ahora es justo todo lo contrario. Ya no siento miedo, veo mi futuro mucho más claro y disfruto mucho todos los días. Aunque el futuro no existe, sin futuro a la vista se sufre mucho. Es uno de los muchos misterios del cerebro. Si se te ocurre algo que venga a cuento, o que no venga a cuento, puedes comentarlo aquí. Te diré lo que pienso respecto a tu comentario.