Para no convertirme en el abuelo que siempre cuenta la misma historia, éste será mi último post en el que hablaré sobre cosas que me pasaron y cómo afectaron en mi vida durante los años que sufrí los síntomas del trastorno bipolar. Si quieres saber más tienes muchos comentarios aquí de los últimos diez años.

Antes me sacaban de quicio las personas mediocres. Yo no me soportaba a mí mismo por ser mediocre y eso me hizo sufrir mucho. Aunque no fue el único motivo que me hizo sufrir, sí que me hizo daño durante los años que me costó aprender mi oficio como ingeniero que fueron ocho largos años.
Años después, exploté contra personas que eran parte de mi vida o se cruzaron en ella y fueron mediocres conmigo. También acumulé rabia contra quienes me hicieron mucho daño sin querer. El día que me di cuenta de lo que me habría dolido que alguien hubiera cargado contra mí durante mi mediocridad, me curé de esas explosiones.

Antes, las personas de mi familia que eran muy diferentes a mí podían llegar a desquiciarme con su actitud o sus palabras. El día que aprendí a aceptarles como son, me sentí como un mar en calma. Perder mis miedos fue crucial para poder aceptar sus decisiones cuando afectaban a mi vida. Aprender a no desear ayudarles también mejoró mi salud. Llegar a comprender algunos de sus motivos también fue fundamental. 

Antes también era capaz de hacerme daño por no dañar al otro. El día que aprendí a no permitir que me dañaran, no me volvió a ocurrir. Para no acumular rabia o ira, y aprender a perdonar, me ayudó mucho darme cuenta de que todos somos víctimas de las circunstancias de algún modo.

También me hacía daño con algunas cosas que me estresaban. Llegó un momento en que llegué a analizar demasiados porqués. Quería proteger a las personas que sufrían el trastorno bipolar y me equivoqué al pensar que era la mejor manera de hacerlo. 
Un día una persona que sufría me dijo que me había sentido más cercano. Ese día ese hombre, sin saberlo, me ensñó qué era lo que tenía que seguir haciendo y qué era lo que tenía que dejar de hacer. En mi dedicación a los otros, el estrés desapareció de mi vida espero que para siempre.

El día del aniversario de mi blog, te contaré en lo que se convertirá a partir de ahora. Se acerca el final del año y me encantaría que puedas disfrutarlo aunque sea un poco. O un mucho.