Tengo buenos amigos. A los mejores, les conocí en Esperanza Bipolar. Si alguien me preguntara qué es lo mejor de lo que he hecho hasta ahora, le contestaría que mis amigos.

Antes también tenía amigos. No eran muchos, pero eran buenos amigos. Todos diferentes por fuera pero iguales por dentro. Si no hubiera aprendido a abrirme a los demás, no sería tan feliz como soy. La amistad para mí es de lo más valioso de la vida. Este mes he conocido a Sergio y, pase lo que pase, seremos amigos de largo recorrido. También he perdido el contacto con muchas personas este año porque me di cuenta de que estaban, pero no estaban. Limpieza de números de teléfono en el móvil y a otra cosa. Sé que la bipolaridad condiciona algunas decisiones pero las tomo con tranquilidad como lo haría cualquiera.

«Un buen amigo vale más que un buen psiquiatra, un buen psicólogo y tres cajas de pastillas. Es una opinión, pero estoy tan seguro de ella como del color de los ojos de mi hijo. Si tienes un buen amigo, o amiga, es mucho más difícil que te deprimas. Con alguien que te haga ilusión ver y hablar, es casi imposible que te quedes en la cama. Si alguien a quien le importas, te escucha y le quieres contar tus cosas, ni te cuento. El día que Mark Zuckerberg se dio cuenta ya ves»