Ayer monté un pollo a Raquel. Con diecisiete años y su forma de ser siempre me pasa igual. Cuando acumulo mucha porquería de los demás acabo por estallar. Aunque sea en mi propia casa. No soporto el mal ambiente y trato siempre de poner de mi parte para vivir sin gritos ni malas caras. A veces pienso que soy la persona más estable de mi familia de cuatro. Estoy empezando a cansarme.
Ültimamente estoy pensando que me preocupo más de la cuenta por que los demás estén bien. Un problema bastante gordo que tengo que empezar a ponerme con él. No me gusta montar pollos ni me siento bien después de haber montado uno. Aunque no se puede evitar siempre, algo tendré que hacer. Estoy un poco cansado de la sensibilidad de los demás a ciertas cosas y no puedo ser el «arreglatodo».
Esta semana se acabaron las vacaciones y he disfrutado mucho. Ojalá hubiera podido contagiar un poco más a mi alrededor. Como me dicen últimamente: no se puede ser feliz todos los días. Vivir para ver.