Me encanta ir a Tenerife en verano. Es mi isla bonita. No tiene nada y lo tiene todo. Como cualquiera de nosotros. Si sigo cumpliendo años, acabaré allí. O yendo y viniendo que también es un placer.

Hay personas que necesitamos libertad y aire para vivir. Con la enfermedad, que ya no lo es, la necesidad sigue viva. Ir por libre es más que ser libre. Significa ser capaz de superar muchos miedos que no se ven, como el aire que flota a tu alrededor. Un salto al vacío que siempre tiene tierra bajo tus pies. Yo salté hace más de diez años y aquello fue lo más parecido a lo que algunos llaman renacer. Aunque mi vida ha sido demasiado extrema, la tuya seguro que también lo ha sido «a su manera». El trastorno bipolar convierte cualquier vida en extrema. Hasta que deja de sufrirse.
Ir por libre te expone a miedos irracionales. Leyendo neurociencia, muy racionales también. Todos los que asomaron la nariz antes de abandonar mi mesa forrada de papeles se apoyaban como una bola en un campo de golf: en un único punto. El miedo a la inactividad al abandonar mi profesión resultó ser como el miedo a los fantasmas que nunca aparecen. Nunca he estado tan activo ni he hecho tantas cosas como en los últimos años. Y nunca me he sentido tan vivo.
Si nacimos para ser libres, cierra los ojos y piensa en qué te encadena :))